PERVERSIÓN DE los humildes: convencerse de ser los únicos que practican la humildad.
DOS HOMBRES que reprueban la existencia de otros y les atribuyen maneras y formas erróneas de vida.
Dos hombres que recurren a conceptos semejantes a la idea de víctima para reforzar un aislamiento que nunca ha existido.
Dos hombres que tratan de instaurar en su nicho social la creencia de que lo otro, aquello que sigue su propio cauce sin reprobar ningún otro cauce, es débil, ridículo, pasivo y sintomático de un mal profundo que proviene de las entrañas socioculturales.
Dos hombres que se quejan de la pérdida de valores y que emplean esa queja para revalorizar su propia valía y así conciliar el sueño profundo del que se cree sobre la atalaya de la verdad unívoca.
Dos hombres atados al potro del prejuicio, decidiendo lo bueno y lo malo sin saber que la más perniciosa de las simplicidades radica precisamente en los maniqueísmos.
Dos hombres que creen haber vivido casi todo y que lo único que han hecho con esa creencia es edificar el coto de sus respectivas resignaciones.
Dos hombres que quisieron ser otro hombre que ya era la provincia de otros.
Dos hombres que, al fin y al cabo, son un sólo hombre irreconciliable, un enemigo de sí mismo bautizado bajo el signo de yo.
EL FRÍO lo convenció de que la sangre no existe.
PODEMOS NEGAR con seguridad la existencia de Dios, pero jamás podremos negar su esencia, ya que ésta es producto del hombre que se rebela contra su propio fin.
REPROBAR Y condenar el orgasmo, sacralizar hasta la veneración el éxtasis: norma inquebrantable del catolicismo. ¿Acaso saben los señores de la iglesia que, de lo contrario, incluso el hombre más burdo y simple sería un iluminado perpetuo, un místico de su propia corporeidad?
AQUEL QUE analiza un mapa y no palidece de miedo ante la infinitud de fronteras que hemos trazado está realmente perdido.
LA HILARANTE seriedad de los seres graves.
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