miércoles, 29 de febrero de 2012

Apuntes IX


A VECES leo una palabra y pienso que su interior guarece una semilla negra y catastrófica que, llegado el momento, cuando dicha palabra ocupe su lugar en la oración precisa y penetre en el aire hasta dar con el reino de lo dicho, florecerá para devastarme.



UN SUEÑO que dura ya toda una vida. Una imagen recurrente: el  hermoso Ícaro arrojándose a un abismo infinito, mientras esboza la plácida sonrisa del que sabe que podrá volver al borde del desfiladero en cuanto lo desee.



ESE SENTIMIENTO trágico, esa sensación de desencanto que atraviesa Occidente desde su albores, proviene, en gran medida, de haber fundado nuestra civilización moral sobre un concepto que, tras abarcar y permear la existencia de cada hombre y mujer, se torna incomunicable en el preciso momento en el que podría ser negado o confirmado.



POR MUCHO que pisoteéis las cenizas del Phoenix éste siempre volverá a nacer.



TODO DECIMOS conocer perfectamente nuestro pasado, aunque siempre llega alguien capaz de recordarnos un matiz de nuestra vida que creíamos olvidado o al que ni siquiera prestamos atención. En ese momento, el pasado que creíamos conocer por ser nuestro propio tiempo, puede cambiar de manera sustanciosa, dando al presente un extraño totalmente ajeno al yo; un señor que lleva nuestra ropa, vive en nuestra casa y ensucia nuestros platos, pero que tarde o temprano comienza a adoptar costumbres y hábitos totalmente opuestos a los nuestros.



LOS ÚLTIMOS hombres, estimado Canetti, llevarán máscaras.



LA PENUMBRA es el mejor nido donde perpetrar el amor o el crímen, ya que la punible nocturnidad incrementa en gran medida el desacierto.



WALTER BENJAMIN: La mirada es el poso de los hombres.



LA HISTORIA es un ramillete de sucesos que los hombres, mediante cordeles de tiempo, anillamos con la firme intención de regalárselo al futuro.

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