I
El vino
contenido
en la arcilla
del gánigo
vierte
sobre la yesca
su poder;
tiñe
lentamente
el nombre
que grabamos
en la reseca
tumba:
piedra exhausta,
inveterada
cuyo vientre
y memoria,
aquí
y ahora
-mientras la noche
inaugura
su templo
y por el ventisquero
cruza
el neblinoso
mirlo-
invoco.
II
Libación
que el vino,
su mistérica
y rojiza
voluntad,
perpetra
al margen
del yo-escanciador,
al margen
del objeto-cáliz.
Néctar y tumba:
quietud y fluidez
en alianza
sobre la yerma
materia,
calando
hasta la raíz
donde yace
qué osamenta
milenaria,
qué fracturada
punta
de basalto,
qué inmemorial
sudario.
III
Vestigios
de lo que fue,
de lo que tú y yo
seremos
cuando el eclipse
pronuncie
su verdad,
desmantele
nuestras sombras,
y otro vino,
otra matriz
de ebria
claridad,
otro yo
invoque
nuestros nombres
grabados
en qué piedra
no escrita aún
pura
en el centro ígneo
de qué roca
alzada
sobre qué erial
desconocido.
(Libación)
Extrae de tu mirada
el desierto
de Yeshimon.
Concédenos
las siete velas
de lumbre antigua,
el candelabro
de oro y fuego
que remueve las sombras
y desvela el camino
hacia el Jordán.
Concédenos las aguas
en cuyo cauce hundíste
los vestigios amargos
de tus pupilas.
Extrae de tu mirada
el desierto
de Yeshimon.
Seamos contigo
y en las arenas
de tu memoria
rosas de sal.
(Recuerdos del mar muerto)
I
Con piedras
blancas,
acumuladas
una
sobre
la otra,
erigiste
el promontorio.
Lo saben
la luz
desértica,
el ramo
iracundo
de la arena,
los brillantes
escorpiones;
lo sabe
tu mano,
exhausta,
dura
por el roce
áspero
del silicio.
II
Ahora
el promontorio
nos señala
el lugar
de los lugares,
nos desciende
a la nítida
visión
de lo enterrado,
a la agostada
carne
del yacente.
Raíz es
entre-
-verada
al cielo
de Yeshimon,
invertida
raíz
que penetra
en el ojo
de la mente
y engendra,
en el idioma
que sólo brizna
del dolor
será,
la pregunta:
III
¿A qué nombre
pro-
-curamos
por
tumba
planicie
de polvo
removido?
...
¿ A qué
presencia
negamos
siete
veces
la luz?
...
IV
En el sentido
opuesto
a lo sepulto,
Háblanos:
Señor
de la reseca
piedra,
Háblanos:
Antes
que el nombre
se distancie
de su objeto,
lo dicho
se diluya
en sombra
pura,
la voz
se torne
sed,
Háblanos:
Arriesga
la palabra
como la flor
arriesga
hacia lo abierto
su perfume,
Háblanos:
Háblanos:
Háblanos:
...
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