La
pereza se acerca,
con
cuerpo de serpiente, al carpintero,
hace
astillas sus manos,
enmohece
los tablones en los templos.
El
padre, por pereza, olvida a sus hijos,
se
entrega al miedo, engorda
y
charla con mulos ignorantes.
La
pereza resta sensatez
a
la cordura, quiebra el corazón
de viejos amigos,
custodia
la soberbia de los hombres,
guardianes
de la nada.
Con
pereza no vino a nuestro mundo
y
fue instruído por sabios macedonios
el
joven Alejandro.
Píndaro, con pereza,
Píndaro, con pereza,
nunca
pudo escribir el
poema
que evitó que su casa fuera demolida.
que evitó que su casa fuera demolida.
Pereza
no es de buena familia. Se alimenta
del
sudor y la sangre de los otros;
en las tierras de Circe
en las tierras de Circe
fue
pereza y no Ulises la cornuda
y
en el Juicio de Osiris es el golpe
que
quiebra el equilibrio en la balanza.
La
pereza asestó la puñalada
de
Bruto a César,
condenó
al viejo Sócrates,
permitió
que los pueblos adoraran
la
palabra de un dios,
el
oro de un becerro y el vino de un banquete.
Pereza
es mal agüero, muerte en las cartas,
cuchillos afilados.
En el diván del opio
cuchillos afilados.
En el diván del opio
cuando
apagan las luces,
las
damas se reclinan y muestran sus pezones,
es
ella la que incendia el escenario,
arroja su ropa a las hogueras,
prende un neón
dentro del cráneo de una cabra.
arroja su ropa a las hogueras,
prende un neón
dentro del cráneo de una cabra.
Porque
pereza es sabia y monstruosa a un mismo tiempo,
edificó el hogar de nuestros vicios
edificó el hogar de nuestros vicios
y
también el castillo del que odia,
diluyó
la memoria del borracho,
no
supo distinguir al asesino
del valiente.
Con
pereza no brotan manantiales.
Con
pereza no sangran nuestros cuerpos.
Con
pereza los árboles no aguantan.
Pereza
es un contrato de por vida
con
un oficio oscuro que detestas,
un
país de mil demonios,
un
pan que se deshace,
un
cúmulo de polvo y cucarachas
en
un rincón visible de la casa.
Las
palabras no valen para nada.
Los
gestos se contagian de pesar
y
el aire se calienta como el fuego.
De
continuar así
nunca
terminaremos la estatua del caballo,
Homero
no hablará de nuestra azaña
y
será la ignorancia nuestra patria:
kata ton daimona eaytoy.
kata ton daimona eaytoy.
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