La ciudad queda atrás,
compacta como el cuerpo de la luna,
iluminada.
El fuego de las cúpulas
se alimenta de fábricas, casinos
y autopistas extensas
como la boca del caimán que odia.
Cuando llegamos
a las afueras
huracanes de polvo, cementerios
y el lugar de los hombres
que deciden ahorcarse,
nos reciben.
No puedo revelarte mi intención.
Sabes a qué he venido.
Mientras la noche cae sobre el desierto,
los chicos de las Harleys
se alejan por el túnel.
Huele a perfume y gasolina
y hace frío.
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