jueves, 19 de enero de 2012

Apuntes VIII



CUANDO EL rayo inunda el pensamiento, la materia es aún más efímera.



EL PUNTO vulnerable de Aquiles es una metáfora de la distacción divina.



CUANDO ARDA el frío
el glaciar y la hoguera
serán lo mismo.



GASTÓN BACHELARD: En el fondo de la materia crece una vegetación oscura; en la noche de la materia florecen flores negras. Ya traen su terciopelo y la fórmula de su perfume.



EL VERBO condicional de la memoria es la imaginación.



PERMITE QUE las palabras del maldiciente hallen en el aire su morada, pues tarde o temprano encontrarán en el viento su distancia.



TAL Y como el tiempo del amor conoció tu cuerpo, mi memoria te recuerda.



CON CADA aullido
la borrasca cincela
perros de hielo.



BELLO COMO  el encuentro casual entre un succionador de veneno y dos piernas de mujer sobre un diván de cuero negro.



LA POESÍA es un murciélago de jaspe flotando en un rectángulo dorado.



CONSTRUIRSE UNA opinión en silencio puede ser tan ridículo como airear un dogma en la plaza pública. 


martes, 17 de enero de 2012

Apuntes VII


EN EL oeste, en el mar, los dioses representan el ditirambo del fuego.



MIENTRAS TIENE lugar el colofón diurno de la luz intento vislumbrar los edificios y las copas de los árboles. Esta hora pertenece al orden dorado de la belleza, aunque en los límites de la bóveda, donde horizonte y mar se confunden, hay jirones que van del rojo al anaranjado, pasando por ciertos matices púrpuras que transmiten una insólita calma. El día se proclama luminoso y el cielo parece imitar a Giotto. Las fachadas y las hileras de árboles arden en busca del punto crítico del brillo, en busca de la saturación, como si, de pronto, fueran a extinguirse en un fogonazo blanco e inevitable; un fogonazo tras el cual serán remplazadas por arquitecturas etereas e imposibles vegetales de luz exenta, sola: luz extraída de la última (y legendaria) visión de Goethe.



LA VOLUNTAD estética es a las palabras lo que la idea de infinito al hombre: la necesidad de integrar el tejido de lo real a un equilibrio trascendente.



A VECES el ojo deja al descubierto su propia voluntad y reclama determinadas imágenes sin que seamos plenamente conscientes del por qué. Quizás sea esa la pulsión del hombre primigenio, la luz que inunda la mirada del viajante cuando se topa con algo que había imaginado innumerables veces, pero que nunca antes había contemplado. Pienso en los ojos Tales de Mileto y tengo la certeza de que fueron azules.



TODO RITO que se efectúa en torno al final de la conciencia no es más que una retórica del pánico.



WALLACE STEVENS: Los grados de metáfora. El objeto absoluto ligeramente ladeado es una metáfora del objeto.



LA FLOR, desterrada de los presupuestos poéticos actuales por considerarse símbolo bucólico, reivindica ahora una posición insólita: señalar el inicio del declive de aquello que ostenta su forma y, a su vez, marcar la renovación sobre dicha decadencia.



CUANDO MIRAS la flor y piensas en la posibilidad del fruto crees en la esperanza.



TEOGNIS DE Mégara nos planteó este enigma: Un cadáver marino me ha llamado hacia su casa, un muerto que grita con boca viviente.


viernes, 13 de enero de 2012

Apuntes VI


DESCONFÍO DE las torres que obstaculizan el vuelo de los pájaros.



AL CONTEMPLAR, durante largo rato, el límpido cielo nocturno, el inmenso arco cuyo sinuoso vaivén provoca la inaudible música de las esferas, intuyo que el infinito se encuentra poblado por islas hechas de un fuego que ya no existe, pero cuya luz, desligada físicamente de su origen, pervive como huella de lo extinto, avanzando incansable a través de oscuros valles cósmicos y furiosos océanos de neón incandescente.



TODO DESEO inaugura un comienzo y, también, la posibilidad de su irrealización.



PERMITIR QUE la luz (la gracia) nos cale y traspase como lo hace el rayo a través de la nube: iluminando su interior sin destruirla


EGOS MINÚSCULOS, casi deformes, en cuyas médulas hemos inyectado comprensión y tolerancia sin medir la dosis precisa, ahora se han convertido en perros inmensos, tumefactos, capaces de exigirnos adoración y ceguera. En las puertas de sus hogares debería leerse: CAVE, CANE.


CIERTOS ATARDECERES nos atrapan, inexorablemente, en esa gota de ámbar cristalizado que es la contemplación.



AQUELLOS QUE se dicen altruistas lo único que suelen hacer es ejercitar esa forma atrofiada de prepotencia que llamamos piedad, la cual los invalida para recorrer el largo camino de los hombres generosos.




martes, 10 de enero de 2012

El hijo del pescador


AQUELLA MAÑANA, en la costa de algas amarillas y compacta ceniza, el hijo del pescador, después de hundir su lechosa mandíbula en recia carne de molusco, nos entregó su cuchillo como quien entrega un sexo envuelto en hojas verdes o dentro de una caracola de zafiro y cuarzo. Luego se sentó junto a nosotros, escupió sangre y habló de los bañistas, de los que ahuyentan a los peces, de la mar de las bonanzas y los cangrejos que, idiotas, se encaraman al mundo. Ya entrada la tarde, mientras la procesión del sol convocaba a los muertos con guirnaldas de oro y el salitre concedía sabor transparente a nuestras pieles, el hijo del pescador se incorporó de la roca, escupió sangre otra vez y, con el cuchillo seco entre los dientes y la cabellera coronada de escamas, volvió a zambullirse en las aguas, avanzando hasta más allá del farallón donde comienza la oscuridad y los hipocampos bullen entre corrientes marinas.


domingo, 8 de enero de 2012

Habla el pharmakoi


YO, ACRÓNOPOS, mendigo, el engendrado
en el ático valle de los perros
donde vuelan las aves carroñeras
esperando que el hambre nos sentencie,

acepto, entre los muros de mi patria,
el designio que impone el soberano
para purgar la polis de la peste
que ronda como un cuervo nuestra casa.

Yo, que imité escorpiones y alimañas,
llevo oculto en mi espíritu ominoso
al hombre que asestó la puñalada
al viejo sacerdote de Laconia.

Bajo el sol de la diosa de ojos garzos,
la que otorga nobleza a los soldados,
colgad de mi cerviz entumecida
el collar de los higos putrefactos

y lanzadme en catarsis las cebollas,
la sangre de cordero, el latigazo
que horada hasta los huesos del valiente
y rinde su tributo a nuestro Apolo.

Yo, Acrónopos, mendigo, el que deshonra
la arena del sendero con sus huellas
y roba el alimento a los leprosos
acato el hospedaje de la muerte.

Luego, sin sepultura, abandonadme,
grotesco mi cadáver pues grotesco
fue aquel que con su carne y su mentira
labró sobre la tierra la locura.

Y cuando ya mi cráneo esté reseco
y aquellos que descienden de mi estirpe
confundan sus caminos con los vuestros,
decid por un momento que la bestia,

cuyo nombre fue Acrónopos, mendigo,
el que violó a la hetaira de Sifakis
y robó los exvotos de los templos
para trocar la cera por el vino,

mereció el latigazo de las varas,
la sal en las heridas, el insulto
y ser el emisario de las sombras
que desatan los dioses sobre el pueblo;

decidlo aunque los perros insaciables
aúllen tras las murallas cuando escuchen
el auténtico nombre de la infamia
elevando su voz junto a los héroes.

Apuntes V


HOY ME han regalado un anillo. Lo observo largamente, sosteniéndolo entre índice y pulgar. Es de plata repujada con motivos vegetales: hojas de acanto cuyas venas se retuercen sobre sí. Ciño su forma a mi dedo corazón izquierdo y miro el haz y el envés de la mano, ahora anillada. No me cuestiono su orígen ni su destino. No busco símbolos que lo justifiquen. Además trato de desactivar las piruetas de la imaginación poética, ya que deseo ver el anillo, vislumbrarlo acaso durante unos segundos exento de cualquier significado. Quiero descubrir esa forma como quien se topa, en mitad del desierto, con un fragmento de cuarzo rosa. Pero lo intuído se confirma: un anillo es un objeto que no existe por sí mismo. Pertenece al mundo del hombre. Su ser es en cuanto determinada voluntad estética. Someterlo, por lo tanto, a un ejercicio de desubicación sería conducir dicha circunferencia de plata repujada al abismo del absurdo.



CONTEMPLO MI casa con la oportuna pausa del viajero. En ella sólo veo una copa repleta de agua.



EL VIEJO vagabundo, cansado de avanzar por los páramos, se quedó mirando un pequeño cobertizo destruido por el viento y decidió parar y dormir hasta el alba. Para guarecerse del frío construyó una paupérrima choza con cuatro paneles de madera que, en su momento, formaron parte de la construcción hoy derrumbada. Uno de los paneles poseía en el centro un cuadrado vacío, por lo que lo orientó de tal forma que, en determinado momento de la noche, la luz de la luna llena que reinaba sobre la región se colara por el ventanuco.
        Cuando acabó su humilde refugio, ya exhausto, se tumbó y, empleando varias ramas de arbusto como lecho y manta, y su atillo como almohada, intentó dormir. Fijó la vista en el ventanuco y se quedó mirando cómo un ínfimo gajo de luna comenzaba a ser visible en su interior. Pero el vagabundo no pudo conciliar el sueño. Lo devolvieron a la vigilia los gritos de varios jóvenes ladrones. Petrificado por el miedo cerró los ojos y rezó para que pasaran de largo. No fue así. Los jóvenes descubrieron la choza y la desmontaron con premura. Uno de ellos tropezó con el atillo sobre el cual descansaba la cabeza del hombre y, agachándose, descubrió para su sorpresa aquel cuerpo mugriento y absolutamente quieto entre las ramas.
       Al creer que estaban ante un muerto, los jóvenes huyeron despavoridos, aunque la insolencia y la pobreza les impidió arrojar al suelo los paneles de madera y el atillo. Cuando el vagabundo dejó atrás su pose de difunto y su miedo y abrió los ojos no pudo más que sonreír. Se habían llevado todas sus pertenencias, pero la luna llena, ese inmenso ojo de plata, ahora ocupaba el centro del ventanuco.



HUNDO EN mi mano la cabeza partida de una flor y luego escribo la palabra guillotina.



NO SEAS como el hombre que espera llegar al horizonte para confirmar que el mundo engaña nuestra mirada.



EL ROSTRO de aquella joven australiana guardaba tanta gelidez que, al intentar inmortalizarlo en un retrato, el dibujante no pudo más que trazar un paisaje lluvioso del norte de Inglaterra.

Círculo de espuma


BRILLANTE SOBRE el mármol de la mesa
la taza de café recién servida
concibe, más allá de su corona
de cálido silencio, la tiniebla.

Hacia ella caen la luz, tu cuerpo, el aire
y en su centro se espesa la memoria
del que observa en el círculo de espuma
cómo el mundo converge hacia los posos.

Nada hay, ante un café, que pueda hacerse
cuando el café, idéntico a la noche,
inunda el pensamiento, nos otorga

un rostro que en el líquido se aquieta
y a un golpe de metales se requiebra
ahogando, como el Tiempo, nuestra imagen.

viernes, 6 de enero de 2012

Apuntes IV



EL LIBRO es un recipiente donde se apacigua el insondable mar del lenguaje.



EL JUICIO que es fruto del árbol de la ignorancia suele madurar durante la estación del resentimiento.



EL VIEJO pescador sabe leer el libro del piélago, el libro de las algas y los cardúmenes, el libro de los corales impregnados en sal y de la escama a la deriva en mitad del Atlántico. No obstante, si decides preguntarle qué mano trazó tal caligrafía, quién escribió el lenguaje de resacas y altamares, el viejo pescador ignorará tu pregunta y, después de un prolongado silencio, recogerá el sedal con el aplomo exacto de quien perpetúa un rito.



ENTRE EL rostro y la máscara reside la impenetrable voluntad del gesto.



LÚCIDAS SON las manos del orfebre
cuando forjan el oro de los astros.



SABIO ES aquel que entre su mente y sus palabras sólo interpone un delicado biombo de papel de arroz.



LA PRIMERA luz del día inaugura su canto en la garganta del gallo.



ALEJANDRO RODRÍGUEZ-REFOJO: Conocimiento intersticial. En el libro del tiempo hay páginas en blanco que debemos leer con atención. Una atención vacía que nos abra la puerta de las cosas.

Apuntes III


CUANDO DECIMOS que dos ideas son diametralmente opuestas reconocemos que ambas forman parte de un círculo común y, aunque éstas se encuentren separadas por distancias radiales extremas, es pertinente saber que ambas poseen el mismo centro: la pulsión del pensamiento crítico.




EL POEMA se encuentra en ese lugar donde permanecen los objetos más exóticos e ignorados de la mente.


ESTE DOMINGO parece descartar de su presupuesto de imágenes la posibilidad de lo ruinoso, de lo polvoriento, de lo vetusto, aunque en el paraje costero de roca volcánica contra el cual bate el mar descubrimos, ella y yo, una salina en desuso: tres amplias terrazas en cuyo interior, debido a la presencia centenaria del yodo, nada, salvo las grietas del abandono y la corrosión, crece. Después de un rato haciendo equilibrios en las tapias, jugando al funambulismo sobre esas ruinas que, aparentemente, no deberían existir en este día de luz pura, continuamos nuestro paso por el litoral. Encontramos promontorios de piedra negra, fortificaciones semiderruidas, silos que se alzan como gigantes cervantinos recubiertos de salitre y cercados por tarajales y tabaibas. Nos adentramos, ella y yo, en la memoria humana de esta costa abrupta, en los vestigios de aquello que, tiempo atrás, fue una próspera industria dedicada al tratamiento de sal. Hablamos, amparados por el batir del oleaje, de lo que nos rodea. Hablamos en pasado. Hablamos de las pequeñas historias que componen esta isla de contornos góticos y vegetación exuberante.


ELLA, SEMIDESNUDA junto al mar, alza el brazo y señala el horizonte:
–Los cargueros venían de África.
–Como el hombre originario.
–¿A qué te refieres?
–Al verdadero génesis.
–Yo me refiero al tráfico de sal.
–Al fin y al cabo todo proviene de las aguas y a ellas, en último término, aspira.


UN HERMOSO apunte de Mircea Eliade sobre las aguas: ...principio de lo indiferenciado y de lo virtual, fundamento de toda manifestación cósmica, receptáculo de todos los gérmenes, las aguas simbolizan la sustancia primordial de la que todas las formas nacen y a la que todas las formas vuelven por regresión o por cataclismo. Existieron en el comienzo y reaparecen al final de todo ciclo histórico o cósmico, existirán siempre, pero nunca solas, porque las aguas son siempre germinativas, encierran en su unidad indivisa las virtualidades de todas las formas.


LLEGUÉ AL altozano con polvo entre los dientes, tanteando espinos y arrayanes, mordiendo sin querer el tembloroso estambre del invierno: la flor cuya escarcha ha cubierto estanques, albercas y roquedos. El árbol que nutría las alturas con su oxígeno había desaparecido y antiguas palabras humilladas se amoldaban al paso del viento. Bajo el lago de rayos de la luna, en las ramas de enebro, una piel de cerasta, un vestigio de cuerpo resistía la inclemencia, zarandeándose como una guirnalda translúcida y salvaje en la fiesta de los muertos. La tomé en mis manos, la blandí y enarbolé y quise celebrarla por encima del viento humillante y de esta vieja tierra tumefacta. Celebrarla como un héroe que vence a la tormenta o como un dios, antiquísimo y cruel, que fundara su país contra invierno y basalto.


OFICIO TRANSPARENTE el de la amante
cuando su cuerpo alumbra la memoria.

Creta, finales del siglo XV a. C.


CUANDO LLEGUEN los bárbaros al dique
y la oscuridad tiña vuestra tierra
de metales rojizos como el alba
estos pueblos caerán en la desgracia.

Estragadas las urnas, blasfemados
uno a uno los dioses en sus templos
la inclemencia será vuestro refugio
y el susurro del mar escolta y guía.

Muy tarde aceptaréis lo ya esperado
y en la noche del siglo que fenece
tocarán vuestras naves otros puertos,
sembrarán vuestras manos la tragedia.

Cuando las sombras sangren su silencio
y en el rojo horizonte del Egeo
contemplen los vigías negras velas
encomendaos al dios de los exilios.

Apuntes II




HOFMANNSTHAL: Hay un sueño en la vigilia, un sueño de pocos instantes, que posee una mayor fuerza de transformación y está más cerca de la muerte que el sueño largo y profundo de las noches.



LA LÍNEA vertical trazada por el cernícalo cuando observa a su presa posee una distancia que se reduce a una velocidad inversamente proporcional a la posibilidad que dicha presa tiene de salvarse.



MUERE FEBRERO.
Bajo este cielo rojo
la flor de almendro
parece que imitara
el color de la nieve.



YO SOY mayor que tú, pero tu experiencia tiene la misma edad que yo.



EL CABELLO recién cortado del niño es una forma de profanación. Mira los bucles por el suelo o en la sábana verde, brillando como interrogantes de oro blanco. Ya nunca volverá a pertenecer a la estirpe de gatos y leones, caballos y bisontes... El adulto le ha arrebatado su estética primera, su condición animalesca para conducirlo a un reino de paisajes consecutivos y sueños inconfesables. El niño primordial deja de existir tras el primer corte de pelo. Después sólo queda la consecuencia de una tropelía, el resultado de una atrocidad: un ser manufacturado de pureza irrecobrable.



ORTEGA Y GASSET: Para definir una época no basta con saber lo que en ella se ha hecho; es menester, además, que sepamos lo que no se ha hecho, lo que en ella es imposible. Esto se antojará peregrino; pero tal es la condición de nuestro pensamiento. Definir es excluir y negar. Cuanta más realidad posea lo que definimos, más exclusiones y negaciones tendremos que ejecutar.

Apuntes I


LA VIDA arde más allá de lo que su resplandor promete.




EL OJO:
síntoma
de la luz.




EN LOS altares del este vemos cómo se alza, a la manera de un cáliz en mitad del ofertorio, la gran bola de fuego rojo cadmio. De la noche del mundo emerge, una y otra vez, el rito sagrado de la luz.


 
SUEÑO QUE frente a mí se abre el libro de la nieve. Exhaltado contemplo el vacío de sus dos únicas páginas. Trato de descifrar las múltiples vetas de hielo azul, las incandescentes láminas de escarcha... Al despertar me invade la certeza de haber visto un ángel por la espalda.





EL POEMA se encuentra en ese lugar donde permanecen los objetos más exóticos e ignorados de la mente.




EN LOS lugares de tránsito el encuentro no depende de aquel que espera, sino del que ha de llegar. Al primero le pertenece la esperanza y al segundo la certeza.


OFICIO TRANSPARENTE el de la amante
cuando su cuerpo alumbra la memoria.




LA LUZ es el polen que la flor de la vigilia esparce al amanecer.




EL POEMA es un cuerpo iluminado y, como tal, debe proyectar su sombra más allá de la palabra, sobre los territorios limítrofes de lo que no ha sido dicho. El gran poema busca extenderse hasta el horizonte del lenguaje para usurpar el reino invisible que tras él se abre.