lunes, 8 de abril de 2013

Pensatiempos y Pasamientos III







Ingenuos aquellos que creen que en la adquisición de lenguaje se encuentra implícita la cláusula del entendimiento, pues desconocen que viven en el reino de los sordos. 



Pirrón ha vencido a Sócrates. 




Sospecho de la valía filosófica de esos creadores de cápsulas aparentemente cerradas que ellos mismos definen mediante el término «aforismo», tan de moda en estos tiempos de redes sociales, lecturas rápidas y sensaciones basura. Y es que, por lo común, estos presuntos aforismos suelen ser meros golpes de ingenio; giros de lenguaje a caballo entre lo ilustrado y lo rutinario y cuyo único destino parece orientarse a una provocación muy concreta y, a mi modo de ver, detestable: que el lector esboce una leve sonrisa de asentimiento y, seguidamente, caiga en una reflexión igual o más leve aún. Hay que cuidarse, por lo tanto, de esos creadores de levedad encapsulada y, ante todo, saber diferenciarlos del simple y llano escritor de fragmentos (si es que puede ser llamado escritor) cuya conciencia de temporalidad lo conduce a desempeñar una labor deficitaria, obsesiva y urgente que no es otra que rescatar las pequeñas perplejidades del «ahora», reteniéndolas por medio de lo único que es capaz de poseer: el lenguaje.




El hombre autocompasivo es capaz de equivocarse infinidad de veces sin reconocer jamás que el error, realmente, está en sí mismo.




Sobre la elegancia de ser beligerante: que las pasiones abyectas critiquen sólo aquello que has concebido para tal fin. 




Sueño con islas donde los hombres plantan espejos y las mujeres se maquillan con especias y piedras molidas.




El poema se abre en la periferia de los significados.

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